viernes, enero 28

La tercera guerra mundial.

 ¿Quién lo diría?, ¿Quién diría que después de todo te quiero tanto?, ¿Quién diría que eres, o eras... algo bueno?
Pues bien, te extraño. Extraño nuestras conversaciones. Extraño comparar tu punto de vista con el mío, y aunque fuesen diferentes al mismo tiempo también eran parecidos.
Recordar y aprender son una de las primeras cosas en la lista de "cosas que no puedes dejar de hacer antes de morir", obviamente, esa lista solamente está en cada uno de nosotros, en nuestra cabeza, nuestra mente.
"La tercera guerra mundial", así le puse como nombre a lo muy difícil que fue pelear con mi cerebro y... (tristemente) perder.
Hace tanto que no escribo, gracias a mi falta de inspiración, tal vez es porque ya no estás. Sólo tal vez.
Tanto tiempo ha pasado, pero aún así tu recuerdo todavía me acompaña en esos momentos en los que tu imagen llega a mi cabeza y se niega rotundamente a salir de allí.
Yo, la amante de las listas, te agregué a otra, a la de mis promesas. Y así prometí nunca olvidarte.
Debería estar contra la ley ser tan negativa en esta situación, pero, no creo que por hablar contigo ésto funcione cómo debería funcionar.
Una copa de vino y un atardecer. Junto a ellos deje mis pena y comencé otra vez. ¡Cómo me encantaría devolver el tiempo!, pero no se haría realidad ni siquiera de esa manera.
Una forma de aprendizaje, tal vez, pero... Siempre me arrepiento de mis malas desiciones y no es nada bueno para el momento en el que quieres estar estable. Es recibir un golpe de pecho y no llorar, es quémarte por dentro.
Otra vez, me despido del sol... pero de ti también.

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