2014 fue algo bastante complicado.
2014 fue la noticia inesperada -generalmente para bien-.
2014 fue doblarse hasta conseguir un punto medio.
2014 fue aprender a escuchar.
2014 fue aprender a perder.
2014 fue despedir, pero no olvidar.
2014 fue terminar ciclos.
2014 fue una lluvia de ideas para el futuro.
2014 fue aprender a amar lo que tantos detestan.
2014 fue aprender.
2014 fue madurar.
2014 fue entender que en este mundo, de una manera u otra, todos entramos y no hay necesidad de estar incómodo.
2014 fue crear un horizonte más amplio.
2014 fue sacar la garra y pelearse hasta el último segundo.
2014 fue leer The Great Gatsby y llorar cada vez que lo releía.
2014 fue una subida.
2014 fue una bajada en picada.
2014 fue soltar todo lo que no necesitaba para tomar lo que sí necesito.
2014 fue entender que tengo una dirección.
2014 fue buscarla.
2014 pelearme conmigo misma hasta, casi, odiarme.
2014 fue luchar como nunca.
Luchar contra las ganas de dejarlo todo y escapar.
Luchar con las ganas de romper a llorar.
Luchar contra el miedo que te impregna de la misma manera que un mal olor.
Luchar contra los paradigmas.
Luchar contra los límites.
2014 fue quebrar barreras.
2014 fue luchar.
2014 fue ponerme las bolas, que pensé que no tenía, para salir a pelear por mi país.
2014 fue enamorarme cada vez más de Venezuela.
2014 me hizo una masoquista.
2014 fue temblar de terror.
2014 fue indignación.
2014 fue soñar con escapar de lo que es parte de mi identidad.
2014 fue, casi, escapar de mí misma.
2014 fue enterarme de que uno ama hasta cuando la relación es tóxica.
2014 fue llenarme de ganas.
2014 fue temblar ante la incertidumbre.
2014 fue creer que si tú cambias todo cambia.
2014 fue crecer.
2014 fue creer.
2014 fue mirar más a fondo.
2014 fue bueno, pero el 2015 is gonna kick ass.
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