No, no porque tenga la obligación de amarte infinitamente lo haré. No quiero que un sentimiento tan profundo se desperdicie en tan vana razón, puesto que debería ir muchísimo más allá.
No, no te deseo el mal... porque, definitivamente, no se lo deseo a nadie.
Deja de pedirme que crea todas tus palabras cuándo sabes que nunca has dicho la verdad.
Deja de que tus acciones hablen.
No pretendas que la gente te respetará gracias a una octava más alta en tu voz.
No busques los defectos en los demás. Corrige los tuyos.
Abre los ojos. Reacciona ante tu entorno y demuéstrales lo qué para ti significan.
Y siempre recuerda: deja ir lo que no puedes controlar, eventualmente, todo pasará.
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